sábado, 3 de noviembre de 2012

Comiendo una desdicha

"No todo es como parece" le decía a la noche mientras lloraba. Pasaban los días y mi situación seguía siendo la misma; mis padres me gritaban, mis hermanos nunca estaban y yo, sola y apresada por ellos, esos amorosos pero a la vez crueles seres que se apoderaban de mi al atardecer. Esa noche sería especial, pues uno de mis más cercanos amigos festejaría su cumpleaños entre muchos, de esas celebraciones a las que muchos van con el cometido de embriagarse hasta el amanecer y hacer el ridículo a más no poder; yo no pensaba en embriagarme, no mucho, al menos no hasta llegar al punto de hacer el ridículo.

Todo giraba al rededor del mismo punto "ellos" esos seres que culpándome de tanto como si ellos nunca hubieran fallado,  que con sus palabras hirientes me hacían daño tal vez sin notarlo, disfrutaban el hecho de que aún era dependiente y tenía que acatarme a todo, pero esto habría de cambiar; todo cambia, puedo asegurarlo.  
Hubiera podido escaparme, pero, ¿Realmente lo disfrutaría tanto? Tal ves mi situación se hubiera tornado peor, o tal ves no se hubieran dado cuenta y la habría pasado de maravilla; no lo sé.

Esa era la historia de mi adolescencia, nada cambiaría sí yo no me revelaba.