lunes, 29 de julio de 2013

E.S.

Era la puesta segunda cuando mi corazón saltaba sin cordura 
¿Llegaría? Era mi gran duda. 
Cuanto tiempo habría pasado sin haberle encontrado, 
mis ojos necios buscaban por tantos lados 
La misma turbulencia desde el alfa, 
no era su culpa, era mía por la situación en la que vivía.
Eran mil novecientos cincuenta y cuatro días, 
la reacción no podría ser la misma. 
Le invitaría a bailar, tal vez a saltar e incluso gritar; 
no quiso gozar, era la único que podía procesar. 
Nadie puede alimentar sus días de recuerdos, 
necesidad hay de crear nuevos . . . 

No estabas, no estuviste; no estarás.

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